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Si bien nuestro país posee una franja de agua oceánica, igual o mayor que de terreno, no se entiende porque no hay una política nacional de fomento a la investigación y desarrollo de tecnologías para el sector acuícola y todo lo relacionado con el mar. |
Wilson Cardona Si bien nuestro país posee una franja de agua oceánica, igual o mayor que de terreno, no se entiende porque no hay una política nacional de fomento a la investigación y desarrollo de tecnologías para el sector acuícola y todo lo relacionado con el mar, situación que se hace presente en países que, como Chile, derivan gran parte de su economía del mar, como Noruega, Gran Bretaña, Australia o Canadá. Por supuesto que se hace investigación en acuicultura, ya sea con propósitos académicos o bien por intereses económicos de las empresas del sector acuícola, pues según un estudio de la Universidad Austral desde hace más de 30 años que Chile ha invertido en Acuicultura, esto lo avalan los más de 80.000 millones de pesos que se han aportado a grupos de investigación en temas relevantes del área, siendo la salmonicultura la más beneficiada con ello, con cerca de 60% del total de las investigaciones. Otros subsectores en los cuales se hace investigación en acuicultura son los cultivos de ostiones, mitílidos, avalones, moluscos y ostras, además de los procesamientos tanto de moluscos y como de algas, y aspectos sanitarios y ambientales del manejo de la producción acuícola. Si consideramos también el hecho de que un buen porcentaje de las empresas vinculadas al sector acuícola invierten en investigación y desarrollo, es claro que el futuro de la acuicultura en Chile es prometedor. No obstante, la ausencia de una política acuícola nacional, nos muestra debilidades en aspectos tales como la producción de alimentos marinos, materias primas industriales y farmacéuticas, usos mixtos de aguas para producción y el turismo, y no menos importante e igualmente relevante, la producción energética a partir del mar (mareomotriz, por vientos costeros, algas productoras de biodiésel, etc). Hay que considerar que el nivel actual de consumo per cápita de pescado en el mundo es de 13 kilos anuales. Para llegar al año 2010 con el mismo nivel, requeriríamos 19 millones de toneladas extras. ¿Cómo hacer frente a esta demanda de los 7 mil millones de personas que se estima poblarán la Tierra dentro de 14 años? Según estudios de la FAO, las posibilidades de aumentar la producción son limitadas y existe el peligro de no poder mantener siquiera los niveles actuales. Se calcula que el aumento requerido sólo será factible si en los próximos 15 años mejora la conservación y la ordenación de los recursos que son objeto de la pesquería y si, al mismo tiempo, se logra duplicar la producción de la acuicultura, un rubro promisorio, pues en la última década su producción mundial pasó de siete millones a 16 millones de toneladas. No debemos dudar en pensar que en el mar está descansando o floreciendo el futuro económico y social de Chile, por ello cabe preguntarse, ¿cuándo habrá una compromiso visionario y futurista con la acuicultura nacional? |