A las 11.00 horas del día 21 de mayo de 1879 – según relato efectuado por su tripulante Julio Arturo Olid Araya en 1928 – la cañonera “Covadonga” se encontraba navegando a dos millas de los bajos de Punta Gruesa, perseguida tenazmente por la fragata peruana “Independencia”, que viendo que sus disparos no hacían efecto se alejó un poco y luego virando en redondo se lanzó hacia nosotros a toda velocidad. El valiente comandante Condell que veía como su única salvación las rocas, viró hacia ellas disparando toda su artillería hacia nuestra cazadora
La cubierta de la “Covadonga” – dice Olid – presentaba un golpe de vista que podía tener de todo menos de desgarrador, como pudiera creerse. Al pie de la bandera agrupándose los soldados de la guarnición rodilla en cubierta hacían fuego sobre el enemigo cada vez que aquel se acercaba.. Los dos cañones de 70 salían y entraban en batería con una ligereza extraordinaria. Así en medio del combate. se multiplicaban los esfuerzos y los brazos de los marinos chilenos
A las 12.OO, la fragata “Independencia”, viendo lo infructuoso de su caza, resolvió darnos el golpe de decisivo, precipitándose por tercera vez sobre nosotros. El Comandante Condell comprendió que este era el golpe de muerte y con la entereza de su valor y su calma estoica mando hacer los últimos disparos y enseguida dio la orden de estar listos para saltar al abordaje.
En ese momento, el barco se estremeció y a un impulso de la hélice, el viejo casco de la “Covadonga” salvó las rocas de Punta Gruesa y siguió flotando con su orgulloso e inmaculado tricolor al tope., mientras que la “Independencia” en su embestida chocaba estruendosamente contra los arrecifes y encallaba para siempre, quedando a merced de la vieja y pobre “Covadonga”, que con su actuación en la batalla escribió una de las páginas más vibrantes de nuestra historia naval.
Atentamente.
Manuel Chamorro Moreno
Suboficial (R) Armada
Santiago, 19 mayo 2015