*LA ESCUELA DE** GRUMETES EN LA MARINA DE AYER* (Homenaje a nuestras raíces en su 149 aniversario) Antes de 1930, nuestra Armada usaba únicamente el carbón como combustible en sus unidades de superficie y servicios de tierra. Y sólo a partir del mismo año con la modernización del Acorazado “Almirante Latorre” y la adquisición de los nuevos destructores, se inició la era del petróleo. Los Arsenales de Valparaíso y Talcahuano, los buques más antiguos y la Escuela de Grumetes siguieron usando el carbón hasta pasado 1940, que fueron cambiando gradualmente este sistema. En esos años la Escuela de Grumetes tenía su propia planta generadora de vapor, para el funcionamiento de marmitas en la cocina y la calefacción, alimentando asimismo los dínamos que generaban electricidad para el alumbrado de la Isla y hasta para alumbrado de la caleta de pescadores de Tumbes, guiada a través de un cable submarino que iba hasta la costa de la península. Por lo tanto era indispensable el aprovisionamiento permanente del carbón. Estas tareas, las realizaban quincenalmente alrededor de 90 grumetes, pertenecientes a las seis compañías que albergaba el establecimiento en esos tiempos, la descarga de las toneladas de carbón que llegaban cada vez a la isla Quiriquina en faluchos maulinos desde Lota o coronel, se hacia en maratónicos esfuerzos, donde cada grumete transportaba en una cesta de mimbre de ocho a diez kilos de carbón desde estas embarcaciones hasta la planta eléctrica, en viajes de ida y regreso, durante la faena que duraban alrededor de ocho horas. Más sacrificadas y penosas eran estas faenas bajo la lluvia o temporales, cosa muy normal en el puerto de Talcahuano. El agua caía empapando el carbón y corriendo por las espaldas desnudas de los participantes de la faena, ya que para estos menesteres de usaba el clásico calzoncillo azul rayado de reglamento. A las compañías que quebraban el récord de las ocho horas se les ofrecía un día de permiso, lo que después supimos, es que era un subtefurgio psicológico para que se trabajara con mayor energía y rapidez. En el crucero “Chacabuco”, las cosas no anduvieron mejor, pues entre Guardiamarinas, y Grumetes, se echaban a las espaldas las 300 toneladas de carbón que hacía este buque en faena de guerra, mientras la Banda Instrumental con sus marchas militares y un tambor de agua con harina para refrescarse, daban el valor y el entusiasmo de continuar hasta terminar una jornada que podía durar todo un día y una noche. Crónicas de la “Vieja Marina” matizadas en el recuerdo por el grumete Lorenzo Ramírez Negrete perteneciente a la promoción 1933. Atentamente, Manuel Chamorro Moreno Grumete Promoción 1944. Santiago, 30 de junio de 2017.